
El covid-19 nos ha hecho replantearnos y cambiar muchas de nuestras actitudes y hábitos. Desde los saludos hasta el aumento de la distancia entre personas (en todos los sentidos), destacando la importancia de la solidaridad y la prevención.
El dicho ‘’Prevenir es mejor que curar’’ en 2020 se ha viralizado mundialmente. Todos los países del mundo intentan encontrar la vacuna que haga frente al dichoso virus con el que vamos a tener que convivir. Mientras tanto, depende de nosotros aumentar el riesgo de propagación o disminuirlo.
Aparte de las medidas sanitarias, hay algo que podemos hacer todos nosotros que evitaría muchísimos contagios, llamado ejercicio físico moderado. Las personas que lo practican poseen menor número de infecciones, sobre todo en el sistema respiratorio, principal foco de contagio del coronavirus.
Unido a ello, se ha comprobado que se produce un aumento de los niveles de anticuerpos (IgAs) en mucosas producidas por células plasmáticas presentes en estos tejidos y en ciertas secreciones, como la saliva. Y lo mejor de todo, sin dañar colateralmente nuestro cuerpo, como ocurre cuando tomamos ciertos fármacos.

El anticuerpo IgAs es considerado como nuestro mejor guardián frente a virus y bacterias en las mucosas, su producción además de aumentar durante el ejercicio moderado y se mantiene incluso durante varios días después.
En los últimos 50 años se ha estudiado extensamente el efecto del ejercicio moderado (intensidad de trabajo entre el 40 y 60% de tu capacidad respiratoria máxima) en los seres humanos. Un dato curioso es que las vacunas suministradas a personas que realizan ejercicio son más eficientes que las suministradas a las personas sedentarias.
Por otro lado, tenemos el ejercicio de alta intensidad, donde se ha observado que aumenta los niveles de leucocitos (linfocitos T, B, células NK y neutrófilos), debido al aumento de la movilidad de la sangre, adrenalina y noradrenalina.
Pero cuando terminamos de entrenar, es cuando se ha demostrado que los valores de estos leucocitos disminuyen, siendo inferiores a los previos al ejercicio. Esto se debe a:
a) Un aumento del cortisol.
b) Una migración y fijación de estas células a tejidos y órganos del cuerpo
c) Proceso de apoptosis: fenómenos de autodestrucción programada de estos leucocitos.
d) A la caída de los niveles de glutamina.
Esto crea una «ventana abierta», donde nuestro organismo es más proclive a desarrollar infecciones del aparato respiratorio por gérmenes latentes y oportunistas (como el coronavirus) después de sesiones muy intensas de ejercicio.

Si estás empezando a hacer ejercicio o tu actividad es moderada no tienes porqué preocuparte, el descenso en las defensa se ha visto en deportistas de alto nivel o en personas que hacen varias sesiones de entrenamiento intenso diarias, los cuales deben tener cuidado y protegerse después de entrenar, sobretodo en tiempos de pandemia.
El coronavirus nos está afectando literalmente a todos. Es algo que no preveíamos y que estamos tratando de convivir con él. Por lo que, a parte de las medidas sanitarias, haz ejercicio. Por tí y por los tuyos. ¡LUCHA CONTRA EL COVID!